En un rincón de la basílica de San Pedro,en el opulento vaticano. Se
encontraba Benedicto XVI. El cual se dice acostumbra bañarse todas las noches
en su tina, ayudado…. Claro por una hermana religiosa, quien había sido educada
en la misión de ayudar al “Santo padre” en lo que necesitara durante su baño
cotidiano.
Una mañana la hermana se encuentra con la Madre Superiora, y le dice: Madre,
¡He sido salvada!
¿Pero cómo ha ocurrido tan magno evento, querida hija? Anoche, mientras
ayudaba nada más y nada menos, que al Papa Benedicto XVI con su baño, él tomó
mi mano y la llevó hasta su entrepierna, y me dijo que esa era la llave del
cielo y que sería necesario probarla con mi cerradura para ver si se abren las
puertas del paraíso para ser salvada.
La Madre Superiora dice: ¡Viejo desgraciado! ¿Y qué más pasó? Bueno,
probamos la cerradura, él me dijo que al principio dolería un poco, porque el
camino al cielo era difícil y doloroso, pero que al final sentiría un gran
placer.
Dice la Madre Superiora:
¡Viejo hijo de su puta madre!
Y a mí que me tenía engañada con que era la trompeta del Arcángel San
Gabriel…
¡Y se la estoy soplando desde hace 20 años!
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