viernes, 21 de septiembre de 2012

Un presidente cobarde, fracasado y colérico

Foto:CuartoscuroEl sistema político mexicano es un complejo mecanismo de equilibrios entre grupos, que sólo pueden ser alcanzados mediante la conciliación de intereses y la garantía de que éstos van a ser respetados. Esta garantía la ofrece en términos formales la Constitución, en la que todo grupo o individuo encuentra respuesta a sus inquietudes.

En términos reales es el Presidente de la república quien concilia y garantiza el respeto a los intereses de los grupos y de los individuos. El Presidente en México, en muchas ocasiones, es el principio y el fin, juez y parte, arbitro y concertador, fuerza y razón. No está lejos de la realidad decir que el poder del Presidente llega tan lejos como el Presidente quiere.

Para el constituyente del 17 el sistema presidencialista tenía que ser puro, es decir, que el Presidente fuera al mismo tiempo Jefe de Estado, Jefe de Gobierno y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. A partir del periodo presidencial de Lázaro Cárdenas agregó a estas funciones la de líder de su partido, lo que le otorgó el control de importantes mecanismos de concertación política. Con ello se configuró el presidencialismo como hoy lo conocemos.

La figura suprema del sistema político mexicano es el Presidente de la república. Acerca de él siempre ha habido entre los mexicanos una ambivalencia afectiva. Al Presidente se le respeta o se le detesta, algunos estudiosos del tema señalan que una forma de cobrar venganza del poder presidencial es hacer chistes sobre el presidente en turno. A los presidentes mexicanos se les ha calificado de feos, rateros, mujeriegos, mediocres, tontos, pero en ninguna ocasión alguien le había dicho a un presidente mexicano en funciones cobarde.

El calificativo de cobarde le fue adjudicado al Presidente Felipe Calderón por el senador del PAN Javier Corral quien al reclamar al presidente la misma adjetivación le dijo: “Al llamarme cobarde ante los senadores y estando yo ausente, te has pasado de la raya. Pero podemos aprovechar tu desahogo discutiendo nuestras diferencias cuando quieras, en donde quieras y ante quien quieras.

 “Este primero de diciembre le vas a entregar en San Lázaro la banda presidencial a Peña Nieto. La misma que recibiste de Vicente Fox. Un retorno del PRI es una amenaza que todos percibimos. Lo sabes bien, ese momento condensará como ninguna crítica o análisis, tu fracaso.

“Tirar la piedra y esconder la mano eso sí es cobardía. No tener valor para decir lo que se piensa eso sí es cobardía. No ser congruente con lo que siempre se ha pensado y luchado, eso sí es cobardía”.
Además de cobarde el senador Javier Corral le dijo al Presidente Calderón colérico. “Espérate a que conozcas la condición humana partir de que dejes el poder y entiendas que lo que más te ha perjudicado eres tú, tu carácter colérico al que le gana el coraje en cualquier momento”.

El proceso de construcción de la democracia en México pasa por la libertad de expresión y el derecho a la información. Una especie de prueba de que llegamos a la democracia es la tolerancia. Hoy se dice públicamente lo que antes se decía de manera oculta, simulada o en espacios reservados a los audaces que en la carpa delataban entre veras y risas los abusos del poder.

La figura presidencial está en proceso de desmitificación y el riesgo radica en no distinguir la importancia que aun tiene como parte cimera en el Sistema Político Mexicano, que no se ha atrevido a realizar las reformas constitucionales que limiten su poder, por ello es que sigue siendo cierto que el Presidente en México llega tan lejos como quiere. Es cuestión de estilo. El estilo del PAN fue abrir la puerta para que a la figura presidencial se le hicieran chistes de tonto e inepto, fue el caso de Fox, y ahora un correligionario le dice al Presidente Calderón cobarde, fracasado y colérico.

El primero de diciembre Enrique Peña Nieto llegará a la presidencia impulsado por el PRI, el partido que creó el presidencialismo fuerte como lo vivimos por 70 años, a partir de ese momento conoceremos su estilo de gobierno y sabremos qué tan lejos quiere llegar, conociendo que después de doce años, constitucionalmente, el presidencialismo sigue igual. 

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