Marines en Guatemala. Privilegios e inmunidad.
Foto: Daniel A. Negrete
Foto: Daniel A. Negrete
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- Enrique Peña Nieto iniciará su gobierno en diciembre
próximo con la frontera sur militarizada. Estados Unidos y Guatemala
decidieron desplegar tropas de los dos países en la frontera sur de
México para enfrentar a los cárteles de Sinaloa y de Los Zetas en ese
país centroamericano.
Desde mediados de agosto pasado, el Comando
Sur del Ejército estadunidense echó a andar en Guatemala la Operación
Martillo contra el narcotráfico, mientras que el gobierno de ese país
instaló nuevas bases militares en los límites con México.
En enero
pasado, Estados Unidos intensificó su estrategia contra la delincuencia
organizada en Centroamérica. Comenzó en Honduras y hace casi un mes, en
un escenario de guerra, desplegó cerca de 200 marines apoyados con
helicópteros artillados para perseguir directamente a las organizaciones
delictivas dominadas en Guatemala por Joaquín El Chapo Guzmán y Los
Zetas.
El centro de mando regional de la Operación Martillo en
Guatemala está ubicado en el Departamento de Retalhuleu, en la costa del
Pacífico, frente a Tapachula, Chiapas, aunque el plan abarca asimismo
el mar Caribe y el Departamento de San Marcos, fronterizo con Chiapas.
Desde
Retalhuleu, el Comando Sur de Estados Unidos (Southcom) controla las
operaciones de los 171 infantes de marina que estarán destacados durante
cuatro meses al sur de la frontera mexicana, aunque podrían permanecer
más tiempo.
La militarización de la frontera de Guatemala con
México es uno de los temas de la reunión de Peña Nieto con el presidente
de Guatemala, Otto Pérez Molina, prevista para el lunes 17, en el
primer viaje del priista como presidente electo.
Los militares
estadunidenses desembarcaron en Guatemala el pasado 12 de agosto con
cuatro helicópteros de guerra UH-1N Huey, equipados con armas de grueso
calibre y con capacidad para transportar tropas y misiles. Operan junto
con 250 efectivos de las fuerzas de tierra, mar y aire de Guatemala. También
fueron desplegados buques de la Armada y Guardia Costera estadunidense,
aviones de agencias federales y unidades de seguridad.
Los
comandos conjuntos operarán asimismo en una base de Paracaidistas, en la
costa del Pacífico, y otra en el Comando Aéreo Central del territorio
guatemalteco, desde donde podrán reaccionar en la persecución de
narcotraficantes.
Uno de los objetivos del Comando Sur en las
costas centroamericanas son los semisumergibles que utilizan los
narcotraficantes para enviar droga a Estados Unidos vía México.
El
sargento Earnest Barnes, vocero de los Cuerpos de Marina del Comando
Sur en Miami, explicó en agosto pasado la trascendencia de la acción
militar estadunidense en Centroamérica: “Este es el primer despliegue de
infantes de Marina que apoyan directamente la lucha contra el crimen
trasnacional en esta zona, y es la maniobra más grande de su tipo que
hemos emprendido en la región en mucho tiempo”.
Aunque los marines
se desplegaron en Guatemala desde mediados de agosto, el gobierno de
Pérez Molina oficializó la presencia de las tropas estadunidenses en su
territorio el día 20 de ese mes, cuando en el Diario Oficial informó que
la operación en ese país durará 120 días.
En esa publicación, el
gobierno guatemalteco aseguró que no se trata del paso de un ejército
extranjero por su territorio, sino de un convenio de Libre Tránsito de
Aeronaves Militares entre el gobierno de Estados Unidos y Guatemala.
Con
ese argumento, se saltó el permiso que debe dar el Congreso
guatemalteco para el paso de tropas extranjeras. El convenio les otorga
privilegios, exenciones e inmunidades a los militares y civiles
estadunidenses durante su estadía en Guatemala.
Por ejemplo, los
estadunidenses se moverán con sus propios permisos y licencias,
transitarán libremente sin pagar peaje o derechos de ningún tipo,
utilizarán gratis el espectro de radiofrecuencia guatemalteco,
importarán y exportarán cuanto deseen en relación con sus actividades y
adjudicarán contratos sin rendir cuentas al país sede. Además, Guatemala
renuncia a cualquier reclamo por pérdidas, daños, destrucción de bienes
y lesiones o muerte de su personal civil o militar.
La operación
en Guatemala fue puesta en marcha por el general del Comando Sur Douglas
Fraser, en la base aérea sur del Ejército de ese país, con el aval del
presidente Otto Pérez Molina, general en retiro que asumió el poder en
enero último bajo el principio de “mano dura” contra la delincuencia.
En
1993, Pérez Molina, entonces director de Inteligencia del Ejército de
su país, fue el responsable de la aprehensión del Chapo Guzmán cuando la
avioneta en que se desplazaba el narcotraficante sinaloense se desplomó
en territorio guatemalteco.
A principios de año, el Comando Sur
de Estados Unidos presentó la Operación Martillo como un esfuerzo
multinacional contra el narcotráfico y la delincuencia organizada en las
costas de Centroamérica, tanto en el Pacífico como en el Atlántico.
Junto
con los siete países de Centroamérica y Colombia, Francia, España,
Holanda y Reino Unido, además de Canadá, aparecen como participantes,
pero en la práctica es Estados Unidos quien la dirige. Además de
marines, que incluyen ingenieros de combate y equipos de comunicaciones,
hay efectivos de la Guardia Costera y de distintas agencias
estadunidenses.
Según el Comando Sur, la misión de la Operación
Martillo es monitorear las costas de Centroamérica a fin de detectar e
interceptar las rutas que los narcotraficantes usan para el contrabando
de drogas, armas, dinero y personas, por lo que no ha puesto fecha de
término para la operación en la zona.
Técnicamente, los marines
sólo usan sus armas contra los narcotraficantes en caso de defensa y
ayudan a las autoridades locales a detener rápidamente a los
delincuentes.
El plan referido comenzó en el Golfo de Honduras y
se prolongó ahí por cuatro meses. En ese país también hay una fuerte
presencia de cárteles mexicanos de la droga. El despliegue de las tropas
estadunidenses en Guatemala constituye una segunda fase de la acción
del Comando Sur en Centroamérica.
En julio pasado, el general John
Kelly, comandante del Southcom, declaró ante el Comité de Servicios
Militares del Senado estadunidense que una de sus tareas como comandante
era el combate al narcotráfico.
De acuerdo con la publicación
especializada de Estados Unidos Marine Corps Times, los marines
aterrizaron en Guatemala el 12 de agosto en respuesta a una solicitud de
ese país para combatir a los grupos de delincuencia organizada, que han
provocado allá la principal ola de violencia desde la guerra civil del
último tercio del siglo pasado.
El gobierno y la prensa local
atribuyen esa violencia a la presencia de los cárteles mexicanos de la
droga, en particular desde que hace algunos años llegaron Los Zetas para
disputarle el control al Chapo Guzmán. Luego de fugarse en 2001 del
penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, el capo sinaloense
ha utilizado a Guatemala como uno de sus escondites. (Proceso 1805).
Las
cifras de Southcom indican que desde el inicio de la Operación Martillo
se han incautado 78 toneladas de cocaína y cerca de seis mil kilos de
mariguana, tres millones y medio de dólares en efectivo, así como 56
activos que incluyen submarinos, lanchas rápidas, avionetas y otros
vehículos.
Además del despliegue del ejército estadunidense, Pérez
Molina anunció, a principios de septiembre, la instalación de tres
bases militares en los departamentos de San Marcos, al occidente, Petén,
al norte, en la frontera con México, e Izabal, al noreste, en el
Caribe.
En esas instalaciones también habrá agentes de la Policía
Nacional Civil, de Migración y Hacienda para el control del
narcotráfico, contrabando y tráfico de personas, según dijo el
mandatario, quien ha anunciado la instalación de por lo menos nueve
bases militares en todo el país.
En la base del Petén fue
instalada una Brigada Especial de Operaciones de Selva, cuya tarea
principal será combatir a los narcotraficantes de la zona, dominada por
Los Zetas. La unidad contará con un comando de kaibiles, fuerzas
especiales del Ejército guatemalteco. De este grupo de élite, que ha
sido acusado de masacres y otras graves violaciones a los derechos
humanos, han desertado algunos elementos para trabajar al servicio de
narcotraficantes mexicanos.
En la frontera con México, el
territorio que se ubica entre los departamentos de Quetzaltenango, San
Marcos, Huehuetenango y parte del Quiché es considerado “tierra de
nadie”; ahí no hay vigilancia y es zona de disputa de los
narcotraficantes.
En mayo de 2011, Los Zetas fueron
responsabilizados de haber masacrado a 27 campesinos en El Petén, en su
acción más violenta desde que se asentaron en Guatemala hace cinco años,
en alianza con narcotraficantes locales y desplazando de la zona al
Cártel de Sinaloa.
Su principal lugar de operaciones es la ciudad
de Cobán, a 205 kilómetros al norte de la capital guatemalteca, pero
también se ubican en los departamentos de Baja Verapaz, Alta Verapaz y
Petén.
De acuerdo con una investigación realizada por este
semanario el año pasado (Proceso 1805), el primer registro de Los Zetas
en ese país se hizo en 2007, cuando todavía era el brazo armado del
Cártel del Golfo. Sus integrantes fueron llamados por narcotraficantes
locales que trabajan para esa organización con el propósito de perpetrar
ajustes de cuentas.
De acuerdo con la inteligencia civil y
militar de Guatemala, el jefe de Los Zetas, Heriberto Lazcano Lazcano,
ha operado directamente en ese país, lo mismo que El Chapo Guzmán, quien
incluso lo tiene como escondite.
Tan sólo en la primera mitad del
año pasado, el jefe del Cártel de Sinaloa había sido ubicado tanto por
el gobierno guatemalteco como por la DEA cinco o seis veces en
Guatemala, en la frontera con México y en los límites con Honduras,
custodiado por militares centroamericanos. Incluso se ha refugiado en la
propia capital de Guatemala.
A principios del año pasado, se le
ubicó en el complejo residencial Majadas, localizado en una de las zonas
exclusivas, al norte de esa ciudad, aledaño al hotel Tikal Futura.
El
9 de julio de 2001, a la salida de ese hotel fue ejecutado el cantante y
autor argentino Facundo Cabral, quien viajaba en un vehículo con el
empresario nicaragüense Henry Fariña, acusado de trabajar para el Cártel
de Sinaloa.
La organización controlada por El Chapo está presente
en el vecino país desde los años noventa, en la costa del Pacífico,
donde ha establecido lazos con narcotraficantes locales para traficar
droga desde Colombia. Además, entró en contacto con familias de
narcotraficantes guatemaltecas en la frontera con El Salvador.
La
Operación Martillo en Centroamérica coincide con el plan del Pentágono
propuesto por Estados Unidos a México para que militares estadunidenses
organicen en territorio mexicano la detención del Chapo, en una acción
similar a la llevada a cabo por fuerzas especiales de ese país para
detener y ejecutar al jefe de la organización terrorista Al Qaeda,
Osama Bin Laden (Proceso 1867).
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